Los usos científicos del carbono-14 generado en las pruebas nucleares, en el próximo coloquio del IFIC

Dom, 28/11/2021 - 12:19

En la segunda mitad del siglo pasado, y especialmente entre los años 1950 y 1963, varios países llevaron a cabo pruebas de armas nucleares a cielo abierto, resultando en centenares de detonaciones. Una de las consecuencias de estas detonaciones fue el enriquecimiento de la atmósfera en carbono-14, un isótopo inestable ampliamente utilizado en arqueología y paleontología para datar muestras biológicas. El carbono-14 se produce regularmente en la alta atmósfera en pequeñas cantidades debido a las colisiones de rayos cósmicos, y la química atmosférica asegura que la mayor parte termine en forma de CO2. El CO2 es incorporado por las plantas a través de la fotosíntesis y de esta forma el carbono-14 entra en la cadena alimentaria. Cuando un ser vivo muere deja de incorporar carbono-14, y la cantidad del isótopo decrece gradualmente y de forma predecible, con una vida media de 5.730 años. Esto permite calcular el momento del deceso a partir de los restos biológicos, con un límite superior de aproximadamente 80.000 años (a partir del cual el carbono-14 presente en los restos se vuelve indetectable).

Este cálculo, desde luego, depende crucialmente de que conozcamos la cantidad inicial de carbono-14 en la atmósfera. Las pruebas nucleares de la segunda mitad del siglo XX alteraron esa cantidad, y los arqueólogos del futuro habrán de tenerlo en cuenta cuando daten restos de esa época. Pero, a cambio, si incorporamos el exceso a nuestros cálculos, y dado que lo conocemos bien, este “pico nuclear del carbono” abre la puerta a numerosas aplicaciones. En el próximo coloquio del IFIC, el profesor Walter Kutschera nos hablará de algunas de estas aplicaciones, que van desde las ciencias ambientales a la investigación forense. El coloquio tendrá lugar el jueves 2 de diciembre a las 12:30, en el salón de actos del Parc Científic, y se podrá seguir también online.

Walter Kutschera es profesor en la Universidad de Viena, donde fue fundador del Acelerador para Investigación Ambiental (VERA). Ha dedicado su carrera al uso de aceleradores para espectrometría de masas, y su investigación ha contribuido a áreas tan variadas como la arqueología y la astrofísica. Ha trabajado en centros de investigación en todo el mundo, incluyendo Múnich, Tokio, Chicago y Jerusalén, y en el año 2010 recibió el premio Erwin Schrödinger de la Academia Austríaca de las Ciencias por sus contribuciones a las técnicas de espectrometría de masas.

Podéis encontrar más información sobre el coloquio en Indico, donde también encontraréis el enlace para seguirlo a través de internet:

https://indico.ific.uv.es/event/6404/